domingo, octubre 13, 2019

Oscuridad

A veces eran las 3, 4 de la mañana y me despertaba llorando.
Ni siquiera recuerdo si había dormido o me pasaba esas horas en vela, mirando al techo, dando vueltas en la cama, llorando en silencio.
A veces evitaba llorar teniendo sexo, pero a veces eso solo retrasaba el llanto y lo ahogaba más.
Colapsaba de noche y seguía construyendo muros, sobre los que estaban a punto de caerse, durante el día.
Escondía las sacudidas de mi cuerpo entre las sábanas. Me quedaba dormida de cansancio.
Siempre me preguntaba como podía llorar tanto y seguir teniendo agua en mi cuerpo.
Fuerza para levantarme.
Creo que nunca había llorado tanto de la nada. Creo que nunca había sentido tanto. O tal vez siempre he sentido demasiado.
Nunca he podido dejar de tener la oscuridad tan cerca, y es hasta hace poco que he aprendido a convivir con ella. Pero es en días como hoy cuando me abraza a plena luz que encuentro muy difícil todo, muy ajeno a mi.
Y me vuelvo distante, y me trago las palabras, y las escupo a cada una acompañada de un escalofrío, de una sensación de soledad infinita, de sin sentido.
Y todo lo que me rodea lo siento a kilómetros de mi, y el aire se vuelve caliente y espeso.
Y tu te vuelves alguien a quien en realidad no conozco, y yo me vuelvo esto que en realidad siempre he sido.




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