viernes, julio 23, 2021

Ojos de cielo

 Estaba pensando que cuando lloro, lloro por todo lo que no pude hacer y tengo miedo de no poder hacer, y por todo lo que me arrepiento.

Como cuando pasé no se cuantas noches llorando en silencio porque solo me queda una abuelita viva, y no quiero que se muera nunca, porque entonces será el fin de una era, se irán todos los recuerdos que no conocemos, desaparecerá la memoria de gente y momentos que tuvo en su vida, los días con ella que no recuerdo, las cosas que solo ella hacía, desaparecerá la última persona que iba a estar ahí cuando mis papas no estaban.

Y lloro más. Y entonces recuerdo que estoy llorando porque ya tampoco están los demás, y no pude despedirme, porque escogí una vida lejos de todo, porque siempre quise volar, conocer más, pero en realidad nunca acabé de conocer lo que más quiero. Y tampoco nunca acabaré de conocer todo.

Lloro porque quisiera volver atrás, y platicar con cada uno, saber cuáles eran sus pasiones, qué les gustaba hacer cuando eran jóvenes, y qué es lo que nunca pudieron hacer y se arrepienten, si creen que la vida fue justa, difícil, si les quitó algo o alguien a quien quisieran tanto, qué les hubiera gustado hacer antes de morir, cuál es la persona a la que nunca pudieron olvidar, cuantas noches lloraron en silencio y porqué, si escribieron cartas y a qué le tenían miedo, si tenían un gran amor y qué les hacía sentir.

Y ahora que lo escribo, me doy cuenta que de cada uno tengo recuerdos vagos, muy vagos hablando de algo que recordaban, algo que les gustaba contar, riendo, con la vista ida en sus recuerdos.

Hoy estoy escribiendo esto, porque sé que aunque talvez nunca les vuelva a ver, hoy sentí que Velia estaba conmigo y me sonrió, sentí sus ojos de cielo que daban tanta paz, ese guiño que me hacía con la sonrisa cuando estaba a punto de hacer lo que las abuelitas buenas hacen. Vino de la nada, entre pensamientos de cotidianidades absurdas y planes. Y me sentí feliz y agradecida en un momento absurdo a la orilla de la cama. 

En la última oportunidad que tuve de platicar con ella, mucho antes de que se fuera, en uno de sus buenos momentos de lucidez, supimos que nunca nos íbamos a olvidar una de la otra, y hoy lo comprobé.

Y aquí estoy escribiendo para nunca olvidar.


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