Mi papá es escorpión. Uno muy especial.
De él aprendí a ser fuerte.
Me enseñó a no dejar que las palabras me afecten.
Le aprendí a tomar las cosas de quien vienen.
Y no es ingeniero, pero me enseñó a construir paredes que difícilmente se caen.
El desapego definitivamente lo saqué de él, y me encanta.
Y pues con el tiempo voy descubriendo que soy más como él que como yo pensaba que era.
Y a veces antes de cerrar los ojos me pregunto si él tenía los mismos pensamientos que yo tengo ahora; quizás algún día le pregunte, y pueda por fin escribir un libro muy Kafkiano sobre cómo me fui convirtiendo en mi padre.
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