Letras Decó

… ya no tengo nada que decir y sigo aquí pegada, como si mi existencia dependiera de esto. Es una de esas noches en las que no duermes por más sueño que tengas, y acabas por prender un porro con Red Bull en mano, quizás un whiskey, con la ilusión de que uno u otro te eleve aunque sea un centímetro del suelo.

Miro la lejanía y la oscuridad es mi único satélite, nada más existe. Podría conquistar el mundo ahora si quisiera, pero el monitor me atrae. A un lado está la ventana, la entrada a cualquier lugar que quiera llegar. No hay forma, está cerrada. Tan segura que ni las cortinas se atreven a coquetear con el viento esta noche. Yo, dentro de una fortaleza. Mi vida pasa, baila conmigo. El reloj suena. Las 12:00. Las palabras empiezan a caer, a resbalar por las paredes. Rojo, azul, verde, amarillo, tonalidades extrañas, ácidas, ásperas.

Todo cae, también yo.

Apareces tú, me miras, y otros 100 detrás de ti, pero todos eres tú. Las palabras no las tengo yo, están en el edredón. Me libero y grito, Paula! Pero no respiro y me voy, me alejo para no pensar.

Te encuentro y ya no estás. Y todo es caos, ruido…

Lloro sin saber que no estoy lejos, pero demasiado dentro para despertar ahora. La música viene de fuera y comienzo a seguirla. Las notas, los ecos de vos… nada me dice nada y todo es tan confuso.

Si tan solo supiera quien soy en verdad, al menos haría que la lluvia frenara, pero sigo escurriendo.

Giro y veo que ahora estoy atrapada fuera de mí, al otro lado de la ventana, encerrada en la penumbra de la noche y quiebro todo, el cielo, el silencio…

Mi cuerpo sin alma, inmóvil; mi alma sin cuerpo, perdida en un mundo invisible. ¿Que pertenece a que?

El reloj suena. Las 8:00 a.m. ¡vaya! pienso en que antes solía ser puntual, después de un lapso he perdido la costumbre, las ideas, el tiempo… Todo sigue igual que ayer, el monitor frente a mi parpadea, no conseguí ni una línea, ni siquiera elevarme un poco.

Otro día será. Cuando el universo conspire y el silencio sea roto.