martes, noviembre 19, 2024

Arboles de la barranca.

Está bien culero que un día te llegue un mensaje que diga "ya la desconectaron" y signifique que acaban de desconectar de la vida a una de tus amigas de la prepa, una con la que quizás nunca fuiste la más intima, pero fuiste a su casa una y otra vez, conviviste con su familia, comiste en su mesa, te dejó dormir en la cama de sus papás, con tu novio, un día que los dos (o todos dentro de esa casa) estaban hasta el culo de drogas, de alcohol y de amor. Probaste el primer LSD de tu vida en su azotea, viendo el amanecer, escuchando música, cantando, riendo, enamorándote de la vida. Una y otra vez.

Nunca fuimos las mejores amigas pero cantábamos las mismas canciones, fumábamos del mismo cigarro, nos brincábamos las mismas clases, nos reíamos de lo mismo, a veces. Ella, yo, y todo el grupito que se había formado alrededor de ella. Porque si había alguien que atraía gente, era ella. Era escandalosa con su risa, con su forma de hablar; era honesta hasta poder llegar a ser molesta; era cautivante y no le tenia respeto a nadie, más que a sus papás; y aunque su manera de ser a veces te alejaba, en el fondo era buena amiga; pero sobre todo, era la forma en la que se protegía. En su casa era otra. Nunca fuimos las mejores amigas pero la llegué a conocer.

Nunca esperas que alguien con tanta vida tenga una final tan trágico. Que alguien con tanta vida tenga que ser desconectada. Nunca esperas que te vaya a afectar tanto que sientas un vacío de pronto, como si te hubieran arrancado un pedazo de ti, de tus memorias. Nunca fuimos las mejores amigas y hace tanto que no nos veíamos. ¿Se habría acordado de mi en sus últimos años de vida? Habría recordado que yo estaba ahí aquella madrugada de sábado, o era viernes, o quizás domingo. Que estuve ahí muchas veces, en su vida, y ella en la mía.

Esa noche en la cama de sus papás mi novio de entonces me dijo una frase que jamas he podido olvidar y me contó un cuento para que la entendiera. "Te quiero más que a la sal". No era cierto, por supuesto, eran las drogas que te hacen sentir amor infinito por todo el mundo. O quizás sí lo era, en ese preciso instante lo fue. Me quedé dormida mientras él me veía. En otra ocasión, otra amiga se abrió la frente en su baño. Ja. Pasamos toda una vida en su casa. Toda una vida. Y ahora falta una dentro de esta historia.

¿Se sentirá así cada que alguien muere y este sentimiento solo se intensifica según el lazo que te une a esa persona? Me aterra tener que averiguarlo. Creo que he desbloqueado un nuevo estado de duelo, uno muy solitario y oscuro, y al tiempo egoísta (?), uno que te drena en silencio y te carcome las memorias, el corazón; y te muerde todas tus vidas pasadas en eco.

Nunca fuimos las mejores amigas, pero estás en algunos de mis mejores recuerdos.


sábado, septiembre 30, 2023

Hinsides Vrede

Todos los días despierto siendo una persona y me voy a dormir siendo otra. Afectada por todas las experiencias del día.

Con el paso del tiempo he cambiado tanto que a veces no me reconozco y otras siento que he sido todas las personas del mundo.

Esta mañana desperté siendo yo, pero después de las 12 no he vuelto a serlo. Me atraviesan sentimientos como dagas por todo el cuerpo. Tu sonrisa. Pensamientos como si mi cabeza fuera Reforma en Viernes de quincena a las 6 de la tarde. Las manos como semáforos tratando de ordenar palabras lo mejor que pueden. Los ojos como nubes negras que amenazan al tráfico unos minutos antes de colapsar. Y el corazón, el corazón estrellado contra la Diana de tus ojos desde hace horas, provocando todo este embotellamiento.

Siento que no volveré a ser mi yo de esta mañana. Ni de ayer, y mucho menos de hace 3 días. Pero esta tarde seré otra, y mañana descubriré que puedo también ser otra y me veré obligada a dejar de ser lo que ayer y hoy fui, y para el miércoles probablemente estaré más lejos que nunca del yo que fui el 31 de agosto. Y tengo miedo de afrontarlo. Tengo miedo de cambiar tanto. De estrellarme otra vez contra ti. Y de la cicatriz que me va a dejar ese choque.

miércoles, diciembre 22, 2021

Bad weather

And I hope I don’t ever have to explain why I put a whirlwind emoji next to your name on my notes.

Not even to you.

viernes, julio 23, 2021

Ojos de cielo

 Estaba pensando que cuando lloro, lloro por todo lo que no pude hacer y tengo miedo de no poder hacer, y por todo lo que me arrepiento.

Como cuando pasé no se cuantas noches llorando en silencio porque solo me queda una abuelita viva, y no quiero que se muera nunca, porque entonces será el fin de una era, se irán todos los recuerdos que no conocemos, desaparecerá la memoria de gente y momentos que tuvo en su vida, los días con ella que no recuerdo, las cosas que solo ella hacía, desaparecerá la última persona que iba a estar ahí cuando mis papas no estaban.

Y lloro más. Y entonces recuerdo que estoy llorando porque ya tampoco están los demás, y no pude despedirme, porque escogí una vida lejos de todo, porque siempre quise volar, conocer más, pero en realidad nunca acabé de conocer lo que más quiero. Y tampoco nunca acabaré de conocer todo.

Lloro porque quisiera volver atrás, y platicar con cada uno, saber cuáles eran sus pasiones, qué les gustaba hacer cuando eran jóvenes, y qué es lo que nunca pudieron hacer y se arrepienten, si creen que la vida fue justa, difícil, si les quitó algo o alguien a quien quisieran tanto, qué les hubiera gustado hacer antes de morir, cuál es la persona a la que nunca pudieron olvidar, cuantas noches lloraron en silencio y porqué, si escribieron cartas y a qué le tenían miedo, si tenían un gran amor y qué les hacía sentir.

Y ahora que lo escribo, me doy cuenta que de cada uno tengo recuerdos vagos, muy vagos hablando de algo que recordaban, algo que les gustaba contar, riendo, con la vista ida en sus recuerdos.

Hoy estoy escribiendo esto, porque sé que aunque talvez nunca les vuelva a ver, hoy sentí que Velia estaba conmigo y me sonrió, sentí sus ojos de cielo que daban tanta paz, ese guiño que me hacía con la sonrisa cuando estaba a punto de hacer lo que las abuelitas buenas hacen. Vino de la nada, entre pensamientos de cotidianidades absurdas y planes. Y me sentí feliz y agradecida en un momento absurdo a la orilla de la cama. 

En la última oportunidad que tuve de platicar con ella, mucho antes de que se fuera, en uno de sus buenos momentos de lucidez, supimos que nunca nos íbamos a olvidar una de la otra, y hoy lo comprobé.

Y aquí estoy escribiendo para nunca olvidar.


jueves, junio 17, 2021

Todo lo que ya no siento

Que ganas de escribir.
Que ganas de volver a tener 21; de estar súper confusa, de no saber quien soy. Que ganas de bailar en tachas hasta que se abra el techo y me explote el pecho.

Que ganas de

De descubrir música nueva que me recuerde momentos. De pasarnos música a los iPods. De salir a escondidas a las 2 de la mañana a platicar en un coche. Que ganas de volver a sentir algo por primera vez. Que ganas de decir te quiero.

Que ganas de tener ese corte de pelo otra vez. Que ganas de dejar de sentir miedo. Que ganas de ver el mar cada fin de semana. 

Que ganas de que no hayan culpas. Que ganas de disfrutar. Que ganas de tener que hacer pipí en un parque un domingo a las 11 de la noche después de intentar jugar basket. Que ganas de que no hayan días de confusión. 

Que ganas de meterse a la alberca con ropa después de jugar 21. De fajar con ropa y ser solo bocas.

Que ganas de que no me importe nada, que ganas de llorar a veces y lavarme todo lo que ya no siento. Que ganas de ser tan libre. Que ganas de olvidar, a veces.

Que ganas tengo de todo. Que ganas tengo de ser alguien más. Que ganas de gritar mil cosas al viento. De escribir.

Que ganas de escribir todo lo que ya no siento.

domingo, febrero 16, 2020

Que payasa te has vuelto

Ojalá nunca te hubiera mandado ese mensaje de texto diciéndote que mis piernas te extrañaban, y tú nunca me hubieras contado que pasaste la tarde en una iglesia tomando fotos y pensando en mi.

Ojalá nunca hubieras sido honesto y ojalá yo nunca hubiera creído todas tus mentiras.

Ojalá nunca te hubiera besado con los labios húmedos en ácido. No quería tu viaje. No quería un nuevo mundo. Nunca te pedí un tercer ojo y mucho menos que enterraras lo mejor de mi.

No te extraño, no te pienso, te llevo conmigo como un recuerdo de cómo mi vida se transformó;
pero tampoco es tu culpa, eres de 1979, no puedes aspirar a cambiarle la vida a alguien después de que aspiraste todas las drogas de la ciudad.


domingo, octubre 13, 2019

Oscuridad

A veces eran las 3, 4 de la mañana y me despertaba llorando.
Ni siquiera recuerdo si había dormido o me pasaba esas horas en vela, mirando al techo, dando vueltas en la cama, llorando en silencio.
A veces evitaba llorar teniendo sexo, pero a veces eso solo retrasaba el llanto y lo ahogaba más.
Colapsaba de noche y seguía construyendo muros, sobre los que estaban a punto de caerse, durante el día.
Escondía las sacudidas de mi cuerpo entre las sábanas. Me quedaba dormida de cansancio.
Siempre me preguntaba como podía llorar tanto y seguir teniendo agua en mi cuerpo.
Fuerza para levantarme.
Creo que nunca había llorado tanto de la nada. Creo que nunca había sentido tanto. O tal vez siempre he sentido demasiado.
Nunca he podido dejar de tener la oscuridad tan cerca, y es hasta hace poco que he aprendido a convivir con ella. Pero es en días como hoy cuando me abraza a plena luz que encuentro muy difícil todo, muy ajeno a mi.
Y me vuelvo distante, y me trago las palabras, y las escupo a cada una acompañada de un escalofrío, de una sensación de soledad infinita, de sin sentido.
Y todo lo que me rodea lo siento a kilómetros de mi, y el aire se vuelve caliente y espeso.
Y tu te vuelves alguien a quien en realidad no conozco, y yo me vuelvo esto que en realidad siempre he sido.